En España existen muchos platos que se comen especialmente en invierno para entrar en calor, y uno de ellos se comenzó a elaborar en Castilla la Mancha: el atascaburras.

La receta del atascaburras procede de las zonas más rurales de España, y de hecho es una de las más antiguas que tenemos en nuestro país, pues se tiene constancia de que ya se elaboraba este plato manchego en el siglo XVII.

A pesar de ser originario de Castilla la Mancha, el atascaburras es popular también en el resto de comunidades autónomas gracias a ir pasando la receta de boca en boca. Además de conocerse por ese nombre, muchos hacen referencia a él llamándolo ajo arriero o ajo mortero, y se suele comer durante los días nevados y de mucho frío.

Normalmente se suele comenzar a preparar los primeros días de nieve, sobre el mes de enero, y los expertos en esta receta dicen que para que el plato esté bueno se debe comer directamente del mortero en el que se cocina, sin utilizar ningún tipo de plato. Esta es una de las costumbres que tienen los manchegos a la hora de comer las tan famosas atascaburras.

La historia cuenta que el plato nació cuando dos pastores se vieron aislados después de una gran nevada y lo único que tenían disponible para cocinar era unas patatas, espinas de bacalao y aceite de oliva. Lo que hicieron fue cocerlo con ayuda de la nieve, y para no notar las espinas del bacalao le añadieron aceite, machacaron la mezcla muy fuerte. 

Una vez volvieron al pueblo, contaron lo que les había pasado y dijeron del plato que podría “hartar hasta a las burras”, pues el ruido que hace este animal al quedarse atascado en el barro e intentar salir, es muy similar al de mezclar los ingredientes del atascaburras en el mortero.

Con el paso de los años la receta ha ido modificándose, y hoy en día hay quien le añade también huevo cocido.